veredas quebradas
sábado
siete y media
de tarde a la santiagueña
ni un alma
el culo húmedo
chancleteo
fácil diez años
con la huella grabada
de unos pies ásperos
la rodilla izquierda
porta cicatriz
negra
curada al sol
viejo
en cuero
manguereando
yuyos
entre baldosas
charcos
de chaparrón
barro seco
en febrero
calle cuesta arriba
las casas de
cincuenta
sesenta
setenta
o cheta
baldosas de motivos
geométricos,
trepadas de musgo
sobre
fuentecitas leonas
pintura descascarada
en torno a mosaicos
la virgen de Luján o
la ola de Kanagawa
algún mural de las Malvinas
chancleteo chancleteo
cartel desevende
cartel desevende
nadie alquila
pocos compran
la estación se quemó
justo tarde
se acordaron de llamar
los durmientes no se quemaron
se los habían llevado
trenza de pasto seco
alambre de púa y chapa
semblante erguido
tira con FAL
y perro
enfrente despide
una pareja
en el parque de junto a
y el mural escrachado
de los desaparecidos
mil fotos
el sol rojo
que delinea rosa
sobre las nubes desmorrugadas
que nadie va a parar a sacar
alguna ventana que
recién ahora
abre sobre una esquina
la que alguien seguro
habrá sentado su cariño a llorar
el bicicletero se contorsiona
sobre vidrios
sucios de tapera
tapada atrás de
laburo atrasado
doña Nilda emplazada
en la trinchera de la esquinacortinada de plástico
resistiendo
gracias a
siete locos de rancho
magnífico
sobre un metegol oxidado
con mocoretá de naranja
violeta
esperando algo
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